Un estudio publicado por la Academia de Deportes de Estados Unidos en The Sport Journal asegura que las artes marciales y, en especial el Kárate, pueden ayudar a los niños a mejorar su aptitud física, incluyendo la coordinación, la fuerza y la flexibilidad, a la vez que les transmite algunos de los valores más valiosos como la perseverancia, el autocontrol y la responsabilidad.
Sin embargo, el Kárate también es beneficioso para tratar diferentes trastornos.
Por ejemplo, se ha demostrado que este tipo de entrenamiento es útil para los niños que padecen autismo y un Déficit de Atención e Hiperactividad.
También puede ser una terapia complementaria en el caso de que existan problemas de ansiedad o que el niño sea víctima de acoso escolar.
Otros beneficios del Kárate para los niños son:
Estimula la coordinación y el equilibrio a través de una serie de ejercicios que mejoran la postura y los movimientos.
Acorta la velocidad de reacción y el tiempo de ejecución, una habilidad que no solo es útil en el plano físico sino también intelectual.
Favorece una respiración adecuada y contribuye a regular el ritmo cardiaco. De hecho, a menudo los especialistas recomienda la práctica de kárate para complementar el tratamiento médico de los problemas respiratorios y cardiacos.
Potencia la orientación espacio-temporal y las habilidades viso-motoras, permitiendo que el niño esté más centrado en el presente y más atento a su entorno.
Desarrolla las habilidades motoras, a la vez que estimula la flexibilidad muscular. De esta forma estimula el crecimiento y ayuda a prevenir la aparición de trastornos osteomusculares.
Permite descargar el exceso de energía y potencia la concentración, por lo que resulta muy eficaz en los niños que tienen dificultades de atención.
Fortalece la autoconfianza, la autoestima y la seguridad, tres cualidades esenciales para que el niño pueda hacerle frente al acoso escolar.
Estimula el autocontrol y el autoconocimiento, permitiendo que el niño regule mejor sus emociones y mantenga bajo control su impulsividad.
Ayuda a desarrollar valores positivos como la responsabilidad, la tolerancia y el compañerismo.Estimula la capacidad para resolver conflictos de manera pacífica, una habilidad que resulta muy útil para la integración social del niño.
Enseña a conectar la mente y el cuerpo a través del autoconocimiento y la autoexploración.
Educa al niño en una fuerte disciplina y respeto por los demás, cualidades que le permitirán ser mejor persona.